El 29 de abril de 1997 un diario alemán informó que “en aguas rusas una vaca cayó del cielo y hundió un pesquero japonés“. Sí. Ni un pájaro, ni un avión, ni Superman: una vaca. Situación casi increíble para los atribulados marineros japoneses que vieron aproximarse a toda velocidad nada menos que 700 kilos de carne en formato bovino, y con un impacto que atravesó la embarcación desde la cubierta hasta la bodega. Tampoco podían creerlo los tripulantes de la patrulla que rescató a los náufragos, cuando les explicaron cómo habían llegado a ese húmedo estado. Ante la duda, los japoneses no sólo fueron presos, sino que un diario de tirada nacional relató la noticia en tono de broma en noviembre de 1996.
Pero triunfó la verdad cuando, tras una investigación de la cancillería alemana titulada La seguridad en el cielo de Rusia , se citaba el episodio como cierto. Lo que se descubrió cerró la bizarra lógica de los hechos: los investigadores rusos desenmascararon a una organización delictiva formada por soldados que se dedicaba a robar ganado y transportarlo por avión. En unos de esos vuelos de estos cuatreros aéreos, dos vacas se pusieron fuera de control. Sin más, las empujaron al vacío a algún lugar del mar de Ojotsk, cerca de la isla Sajalín, al este de Siberia y al norte de Japón.
El diario alemán Hamburger Morgenpost , que publicó la noticia, precisó que la expulsión de los rumiantes se hizo “con tanta mala suerte que una de las vacas cayó sobre el pesquero japonés y lo mando al fondo del mar”. Hasta aquí la historia divulgada al mundo por la agencia Reuters.
Tiempo después, una corresponsal en Moscú de otro diario alemán encontró semejanzas entre esta historia y la contada en la película rusa Osobennosti natsional noy okhoty ( Peculiaridades de la caza nacional , 1995), en la que un pescador era enviado al psiquiátrico después de asegurar que la caída de una vaca había hundido su bote. Incluso desde el gobierno ruso se aprovechó para negarle veracidad a la historia.
Con información de La Nación
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